Menéndez explicó la clave de su triunfo arrasador

El domingo 22 de octubre, las urnas enviaron un mensaje indiscutible. El Peronismo de Mariano Acosta consiguió un triunfo arrasador con características nítidas. La demora en la construcción del Hospital era el caballito de batalla de la oposición destructiva que pergeñó una campaña sucia contra Gustavo Menéndez jamás vista desde la recuperación de la democracia en 1983. Convertida en leitmotiv la cuestión del Hospital tuvo aderezos subalternos: la inseguridad, la iluminación pública, las calles de tierra, las cloacas… Algunos temas de incumbencia municipal y otros, no. Pero el combo les cerraba. En las elecciones primarias del 13 de agosto el liderazgo territorial recibió un llamado de atención. El Peronismo estaba acostumbrado a ganar por goleada. Era cuestión de tomar nota, de empatizar, de poner un oído en el Pueblo. Entonces, el Intendente se arremangó y se puso la campaña al hombro. Instó a la militancia de Unión por la Patria a jugar fuerte, y esta jugó fuerte. Barrio por barrio, casa por casa. Su equipo, por tanto, volvió a golear. Él sabe –intuimos- que hubo distintos niveles de trabajo electoral. Los que pusieron mucho teniendo poco, los que pusieron poco teniendo mucho, los que pusieron algo, los que se jugaron enteros y sumaron, los que se limitaron a la foto. ¿Pueden venderle gato por liebre? Sobran ingenuos y pícaros. La ecuación es sencilla, práctica y categórica. Dicen, en política, que la victoria tiene varios padres. Es posible. Sin embargo, una de las claves de lo ocurrido –además del aporte militante- fue explicada por el propio Gustavo Menéndez: “Intentamos ser un gobierno de cercanía. En todos estos meses tuve la enorme posibilidad de compartir con nuestros vecinos muchas situaciones, muchas reuniones, muchas caminatas. Y creo que eso después se notó en el resultado”. Quien quiera oír que oiga.