El humo de Satanás
Con el surgimiento del kirchnerismo un sector eclesiástico se volcó abiertamente a apoyar lo que muchos interpretaron –e interpretan- como el peronismo del siglo 21. Esta toma de posición militante difería de la postura asumida por el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio. La respuesta oficialista fue de manual: Bergoglio era el jefe de la oposición. El cántico atronó: “Iglesia basura vos sos la dictadura”. La guerra kirchnerista a Bergoglio alcanzó ribetes violentos. En 2008 Hebe de Bonafini tomó la catedral metropolitana. «Nos clausuraron los baños de la Catedral y tuvimos que improvisar uno, detrás del altar», ironizó la titular de Madres de Plaza de Mayo, dando a entender que habían defecado en el templo. Sin embargo, el Bergoglio devenido Papa Francisco las perdonó y perdonó, además, a los kirchneristas que lo habían destratado. La relación papal con Madres y kirchneristas ha sido estrecha, aunque con claroscuros.
A partir del novedoso acercamiento entre Francisco y el kirchnerismo, se acrecentó la supuesta pertenencia de Bergoglio al peronismo. No existe ningún testimonio ni prueba concreta que permita verificar tal aserción. Para los peronistas Bergoglio es peronista y para los antiperonistas, también, es peronista. La maniobra no sabemos si le juega a favor o en contra al Santo Padre. Él es un maestro del equilibrio. La cuestión es que, aprovechando el sambenito que le colgaron, salió el padre Paco Olveira –declarado militante kirchnerista- a apoyar a Sergio Massa con la consigna: “Si gana Massa viene el Papa”. La brutalidad de semejante propaganda nos libera de mayores comentarios. La Iglesia ha prevalecido más de 2000 años porque siempre le ha dado al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Es decir, cultiva su autonomía del poder temporal. Porque, cuando mezcló la hacienda, le fue horrible.
El actual maridaje con el César, que promueven sectarios y excluyentes, no solo carece de fundamento teológico, sino que constituye una ofensa a la numerosa feligresía integrada por hombres y mujeres de diversas coloraturas políticas. La osadía del cura Olveira –un perseverante malversador de la doctrina católica que apoya el aborto, por ejemplo- demanda la pronta aclaración de parte de las máximas autoridades del Obispado de Merlo Moreno. Separar la cizaña del trigo. Sería un gesto plausible, tendiente a garantizar los valores de nuestra sociedad pluralista, siempre acechada por fantasmas hegemónicos de los populismos de izquierda y derecha.
Frente a tanto desatino, cuánta actualidad adquiere la advertencia apostólica de san Pablo VI, quien el 29 de junio de 1972, fiesta litúrgica de San Pedro y San Pablo, manifestó: «Todos esperábamos una primavera para la Iglesia tras el Concilio. Pero ha venido la duda, la confusión, la división…, por una rendija ha penetrado el humo de Satanás en el templo de Dios».