Quemar las naves
La sobreactuación en política suele producir efectos contrarios a los buscados. Se transite o no por períodos electorales. En nuestra sociedad pluralista de la información es jugar con las cartas marcadas. Observemos –sin anteojeras ideológicas- el actual panorama político. La flamante presidencia libertaria lleva la delantera en la demarcación de la agenda legislativa. El rechazo al DNU 70, de parte de la mayoría de los partidos opositores, abre un abanico de interrogantes. También los cacerolazos nonatos. Y los pedidos de destitución de un presidente con apenas dos semanas en el sillón de Rivadavia. ¿Verdaderamente el pueblo sabe a ciencia cierta los efectos que provocará el DNU 70? ¿El 56% del balotaje ya abandonó al Presidente? Los primeros cálculos parlamentarios encendieron las alarmas y anticipan una derrota de Milei en el Congreso. Sin embargo, la Comisión Bicameral de DNUs aún no se conformó. Mientras el Congreso omita los plazos, el DNU podría adquirir validez. Así sucedió con decenas de DNUs de Alberto Fernández. Asimismo, el llamado a sesiones extraordinarias vuelve a dejar a la oposición dependiente de la iniciativa presidencial. Por tanto, cabe advertir que si la estrategia opositora correrá por el andarivel de la sobreactuación, su rival principal estará en la calle, en la opinión popular y no en la Casa Rosada. Sobreactuar es exagerar, exagerar es falsificar la realidad, falsificar la realidad es mentir. ¿Quién gana y quién pierde? Milei quemó las naves y avanza. Más que un león es un elefante en un bazar. La oposición –replegada- apela al discurso republicano, que en boca de algunos populistas es moneda de cobre. Hace pocos meses, los propagandistas de C5N y Página/12 gritaban a los cuatro vientos que la República y los cacerolazos eran de derecha. Archivo mata oportunismo. Memoria frágil, fracaso asegurado. Así como Milei, para cumplir sus promesas de campaña, tiene vedado cargarse a las instituciones, tampoco la oposición, para limar a los flamantes inquilinos de Balcarce 50, queda habilitada a simular una identidad supuestamente democrática, es decir, definitivamente hipócrita. Coherencia, por favor.