2 de diciembre de 2024

Semblanza biográfica de Olga de Souza Pinto

Olga Norma de Souza Pinto nació el 31 de julio de 1946, en Marcos Paz, provincia de Buenos Aires. Cursó la escuela primaria en el Colegio San José y, la secundaria, en el Colegio Nacional, donde egresó con el título de perito mercantil. Culminado el ciclo secundario, Olga hizo el Profesorado de Inglés en la ciudad de Mercedes. Mientras estudiaba, daba clases, comenzando, de ese modo, una fecunda carrera docente, en establecimientos educativos de Lobos, Las Heras, Marcos Paz y Merlo.

En los febriles años 60 y 70 Olga militó en la Juventud Peronista y colaboró en la alfabetización de adultos. Asimismo, participaba en la creación de medios de comunicación alternativos, organizaba festivales musicales, jornadas deportivas y recreativas destinadas a jóvenes y niños de los sectores populares.

La etapa democrática iniciada el 11 de marzo de 1973 compromete a Olga en el apoyo decidido al intendente de Marcos Paz Oscar Sánchez, elegido en aquella histórica jornada electoral. Luego de 18 años de proscripción y resistencia, el Pueblo recuperaba el libre ejercicio de su soberanía política. En la gestión de Sánchez, Olga dinamizó la Comisión de Cultura, espacio institucional que le permitió desplegar una intensa actividad en las barriadas periféricas, en conjunto con la Iglesia católica, a la que pertenecía con particular fidelidad evangélica. Una de sus logros más destacados y queridos, en esta etapa, fue la creación del Centro Educativo Nivel Medio Adultos Nº 54, en el que la designaron coordinadora, función que ejerció en 1976.

Otro hito de su prominente carrera fue haber integrado el cuerpo de profesores pioneros de la Escuela de Enseñanza Media Nº 2 de Mariano Acosta, fundada el 22 de abril de 1974. Su calidad pedagógica, caracterizada por su entrega y amor a los educandos, quedó revelada y aún permanece inalterable en quienes disfrutaron del privilegio de tenerla como profesora.

Derrocado el gobierno constitucional el 24 de marzo de 1976, la Argentina padeció la sistemática violación de los derechos humanos, consumada por el terrorismo de Estado. Miles de argentinos y argentinas sufrieron la tortura, la detención ilegal, el secuestro, la cárcel, el oprobio público y la proscripción. Una de las víctimas fue Olga.

En efecto, el 17 de junio de 1977, a las 20.15 horas, cinco hombres vestidos de civil y aduciendo pertenecer a fuerzas de seguridad, la llevaron de su domicilio particular situado en el partido de Marcos Paz. Cabe consignar, que cuatro días antes Olga había recibido el telegrama de despido de la Escuela de Educación Media Nº 1 de Merlo, lo que implicó una clara delación, es decir, una forma de “marcarla”, instando, de ese modo, a los esbirros de la represión clandestina a consumar su criminal faena.

Desde aquel día aciago, su hermana Mirta inició un verdadero Vía Crucis, recorriendo juzgados, organismos de derechos humanos, reparticiones públicas y eclesiásticas, sin recibir ninguna información fehaciente que permitiera conocer el paradero de Olga.

Con la recuperación de la Democracia, la toma de conciencia del Pueblo, acerca de lo acontecido durante la última dictadura cívico-militar, ha dejado en evidencia los ataques perpetrados contra la dignidad de la persona humana, desmintiendo y refutando a quienes pretendieron –y pretenden- ocultar ese pasado tenebroso de la historia nacional. El silencio de ayer se ha trocado en un clamor de Memoria, Verdad y Justicia. Así, han sido juzgados y condenados los autores de crímenes de lesa humanidad. Quedando saldada una vergonzosa cuenta de la República. Pero el reclamo de aparición con vida de los 30.000 detenidos-desaparecidos continúa vigente, porque a los que con vida se llevaron, con vida los queremos.

El testimonio cultural de la profesora Olga Norma de Souza Pinto, arrancada ilegalmente de su hogar, a la corta edad de treinta años, amerita una reivindicación permanente. Ella es un ejemplo de humanismo cristiano para las nuevas generaciones, un acto de justicia para sus alumnos, amigos y familiares que nunca la olvidaron, y una lección de gratitud popular para todos los tiempos.

Por Horacio Enrique Poggi
Alumno de la Prof. Olga de Souza Pinto

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