Volveremos
La voz aguardentosa de Aníbal Troilo desliza una queja interrogativa y triste: “¡Quién dijo que me fui de mi barrio, si siempre estoy llegando!”. Podría haber utilizado el adverbio “volviendo”. Pero volver no es sinónimo de llegar. Llegar es “alcanzar el fin o término de un desplazamiento”. Y volver -ateniéndonos a la Real Academia Española- significa “dar vuelta o vueltas a algo”. Troilo usó la palabra justa. El barrio era su meta deseada o buscada. Vamos hacia adelante para llegar. Nadie llega a ninguna parte retrocediendo. Una contradicción en los términos. Sin embargo, seamos cuidadosos. En el lenguaje político el verbo volver tiene otras implicancias que las meramente gramaticales. El Peronismo escribía “Perón Vuelve” para avanzar y no para retroceder. Para recuperar la soberanía popular negada por el autoritarismo liberal. El 14 de junio de 1982, el capitán de fragata Carlos Robascio juró “vamos a volver”. Se lo dijo al jefe de las tropas británicas Jeremy Moore, quien le exigía la rendición incondicional. Robascio, en el teatro de operaciones y en notoria desigualdad, plantaba la posición patriótica y reivindicaba la soberanía nacional. Era una promesa, no una amenaza: la bandera celeste y blanca algún día volverá a flamear en las Islas Malvinas. Las promesas y las utopías ayudan a caminar. A veces, la situación general del país abruma demasiado. Y el presidente Milei parece una topadora imponiendo la agenda coyuntural. En los momentos de prueba se templan los ánimos, hace falta creatividad y una decidida voluntad de vencer los obstáculos. El peor enemigo es la resignación, bajar los brazos. Neutralidad. Tibieza. Indiferencia. Enemigos funcionales a la embestida criminal que poco deja en pie. La voz de orden es volver. Volver a inspirarnos en los hechos liminares de la nacionalidad y de la democracia. El pasado no se repite ni vuelve. Las viejas banderas siguen siendo nuevas. Volver al 17 de octubre de 1945. A las intuiciones estratégicas de los gobiernos justicialistas. Es cierto, se cometieron graves errores. Demasiados. Pero también logramos una década de estabilidad económica y otra de ampliación de derechos. Hoy, la desazón y las ruinas nos convocan. Si tenemos razón volveremos, y si no tenemos razón, es mejor que no volvamos».
Cabecita Negra