Adagio en mi país
La esperanza es lo último que se pierde, pero la paciencia se agota. Aunque han pasado solo seis meses, ya se han delineado políticas gubernamentales que preocupan por sus efectos excluyentes y empobrecedores. País patas arriba. Asediado por fuerzas coloniales tanto nativas como extranjeras. El saqueo financiero y la especulación prescinden de la economía real. En mayo la caída industrial fue del 10,9% respecto del mismo mes de 2023 y acumuló un retroceso de 11,2% interanual en lo que va del año. Además, el Pacto de Mayo se firmará en julio, en Tucumán, la cuna de Juan Bautista Alberdi, el prócer liberal preferido por Milei. ¿Sabrá el Presidente que Alberdi nunca abogó por la inexistencia del Estado? Por el contrario, abogaba por un Estado fuerte para acelerar el progreso material de la República, aunque también buscaba aclimatar la civilización europea a estas tierras. Halperín Donghi definió su modelo estatal como “autoritarismo progresista”. En cuanto a la inflación, aunque se intentó maquillar su descenso, recientemente ha vuelto a aumentar. A pesar de detener la emisión, la deuda pública ha crecido en 65 mil millones de dólares. Mientras tanto, en Ciudad Gótica, el Mesías Salvador del Universo se dedica a promocionar su liderazgo barrial. Plata quemada. Rompiendo puentes con España o cualquier otro país, parece decidido a arrasar con todo. Su discurso ideológico regresivo niega la realidad y proyecta un mundo de miseria y explotación. ¿Quién pagará las consecuencias? ¿Toto Caputo y sus colaboradores? Difícil que el chancho chifle. La hipoteca es colectiva, y la impotencia también. La cerrazón opositora, en nombre de la Patria, deja dudas. Sería imprudente desconocer que la antipolítica, palpable en el electorado histórico del Peronismo, podría encontrar una solución salomónica ante la imposibilidad del Gobierno Nacional de completar su mandato a tiempo. Y creer que las mayorías populares regresarán satisfechas al cause peronista resulta aún más desopilante. Quedan innumerables tareas pendientes en el frente opositor. Hilar fino y actuar en consecuencia podría ser la solución más efectiva en el mediano plazo. “Dice mi pueblo que puede leer / en su mano de obrero el destino / y que no hay adivino ni rey / que le pueda marcar el camino / que va a recorrer”. Zitarrosa.