5 de octubre de 2024

Peronismo y ciberdemocracia

Los desafíos de la revolución tecnológica en las relaciones sociales, institucionales, económicas y políticas, el pluralismo amenazado por tribus irreconciliables y la dictadura del relativismo son apenas un esbozo de las circunstancias que obligan a una redefinición de estrategias en los partidos políticos como instituciones clave de la democracia representativa. Es cierto que las viejas antinomias recrudecen el debate y regresan impávidas –sorprendente resiliencia, sea dicho– a plantarse en la conversación pública. Populismo o república, democracia o autoritarismo, liberalismo o comunismo… Cada una de estas díadas logra filtrarse por las hendijas de la anomia y la fatiga comunitaria ante los constantes fracasos de los gobiernos que llegan bendecidos –ocasionalmente– en el cuarto oscuro. Hemos visto que la utilización de las plataformas digitales, las redes sociales y la mar en coche provocan sismos políticos, y las preferencias que aparentaban inamovilidad dan giros y todo se transforma. La democracia representativa define su futuro en la lucha por la información reducida, manipulada, ideologizada, extraída de medios profesionales y redistribuida por otros canales también digitales. El universo mediático y comunicacional se tiñe de fake news, la posverdad se impone, la apariencia es realidad, el lenguaje performativo hace su agosto, y los políticos quedan a tiro de las consultoras oportunistas. Los recientes altercados en Brasil, que pusieron en jaque mate a la red X, colocan a la libertad de expresión en el banquillo de los acusados. La ciberdemocracia amplió el campo participativo y militante, aunque abunda el vasallaje vulgar, pretendidamente legitimado para decir lo que se le plazca y codearse con la ilegalidad en el atropello de la reputación de los dirigentes. En todo este berenjenal, el Peronismo debe desenvolverse. Si deja en manos de las estrellas vacías de contenido, que son rápidas en enviar mensajes pero no acompañan esos mensajes con actualización doctrinaria, el ciberespacio seguirá siendo el mejor terreno para que los libertarios desalmados libren la batalla cultural. Y la ganen.

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