Cría cuervos

La irrupción de Néstor Kirchner permitió recuperar la institucionalidad agredida por el desgobierno de la Alianza. Además, recuperó la autoridad presidencial y en cuatro años llevó adelante una obra de transformaciones que nadie imaginaba, considerando que había asumido con solo el 22% de los votos, luego de la renuncia al balotaje de Carlos Menem. La gestión de Kirchner incorporó a sectores que en los 90 habían confrontado con las administraciones del Partido Justicialista y también a un dinámico sector juvenil alistado en la agrupación La Cámpora. Con el tiempo, este sector se convirtió en el apoyo más contundente que tuvieron los dos mandatos presidenciales de Cristina Kirchner.
Entre los dirigentes de La Cámpora que sobresalieron figuran dos: Máximo Kirchner, que continúa liderando la agrupación, y Andrés “Cuervo” Larroque, quien pegó un portazo por motivos y razones concretas que aún no están claros, ya que es un dirigente acostumbrado a la desmesura verbal, lo que le quita credibilidad a sus afirmaciones. Larroque tuvo la habilidad de crearse un pasado militante de “resistencia a los 90”, un caballito de batalla que amerita un tratamiento más serio que salga del eslogan y produzca materia teórica rescatable. Resistir a los 90 nunca queda claro desde qué trinchera o espacio, porque resistencia a los 90 hicieron el Frepaso, el MTA de Moyano y Palacios, Quebracho, el Foro Argentino de la Deuda Externa, el Peronismo Que Resiste, el Perro Santillán con la Corriente Clasista y Combativa, la UCR, Lilita Carrió, los carapintadas, el nacionalismo católico, los piqueteros, algunos curas villeros, y seguramente expresiones culturales que habría que evaluar correctamente para no cometer omisiones injustas.
Hoy, Larroque, con ese pasado de resistente no peronista, porque en el Peronismo nunca se lo registró, acumula poder al lado del gobernador Kicillof y se ha convertido en uno de sus promotores a la candidatura presidencial. Las diferencias con Máximo Kirchner son notorias, y las declaraciones que hace a diario suelen rebotar en las redes sociales y portales digitales con llamativa estridencia. De peronista, Larroque tiene poco o nada. Más bien es un producto de los recién llegados al Peronismo de este siglo XXI con tantas novedades y colonialismo cultural. Innovar, la verdad, que no innova; es habilidoso para colocar allegados en puestos claves: a su hermana la hizo senadora, a otro pariente intendente de Rauch, y él es ministro de Desarrollo Social. Se mueve dentro de la estructura bonaerense y afirma que el Partido Justicialista que está por asumir Cristina no es la conducción real del Peronismo. Seguramente apela al remanido y gastado movimientismo para bajarle el precio al partido, cuando en realidad lo que hace es bajarle el precio a Kicillof, que con estos funcionarios tiene garantizada la derrota.