El triunfo de Milei
Decíamos el 14 de noviembre, en un comentario acerca de las repercusiones del debate presidencial: “Excepto un imponderable, Massa ganará el balotaje por una amplia diferencia. ¿Qué imponderable? Que, en esta semana decisiva, la mayoría electoral, por ejemplo, comience a empatizar con el más débil”.
Observábamos que la campaña oficial –elogiada por su alto nivel de profesionalismo- había profundizado sus ataques y pasaba de un mensaje negativo a otro destructivo. Javier Milei era exhibido como “lo peor de lo peor” y todo valía, desde la mentira, la tergiversación y la utilización de menores con tal de pegarle al enemigo de la democracia, de los derechos humanos, al representante de la dictadura que iba a entregar las Malvinas a los ingleses. El equipo de consultores brasileños calculaba que a Milei, luego del debate del 12 de noviembre, le entraban todas las balas.
Mi percepción era otra. Cada vez que recibía un videíto, un flyer o cualquier otro elemento digital en contra de Milei comencé a sentir un profundo rechazo. A mí, que militaba la candidatura presidencial de Sergio Massa… Fue cuando le comenté a un amigo que había que cortarla con la campaña sucia del miedo. Y escribí un par de tuits que publicamos al final.
El sábado 18 insistimos con la predicción fallida. Se ganaría por un amplio margen. La mesa estaba servida. Sería histórico. Líderes regionales y europeos apoyaban a Massa, la Sociedad Rural también, la progresía cultural mucho más, con sus consignas rencorosas y falsas.
Sin embargo, hicimos una tenue advertencia que pasó inadvertida. Señalamos: «Pero, cuidado, lo previsible suele enturbiarse en un país imprevisible, que dio a Borges, Pérez Esquivel, Milstein, Houssay, Favaloro, Francisco, Maradona, Messi y… Milei». Titulamos la nota: «Un resultado previsible en un país imprevisible».
Fue nuestra última advertencia antes de ir a las urnas convencido de la victoria que no fue. El Pueblo soberano dio su veredicto y, a pesar de haber ganado en todo el partido de Merlo, el Massazo fue distrital y no nacional. Creímos que el resultado de Mariano Acosta iba a replicarse en todo el país. Nos equivocamos. Por eso, asumimos el resultado con grandeza y esperanza. Jamás vamos a culpar al votante. Les dejamos ese papel infame a las minorías progresistas antipopulares.
Por tanto, saludamos, de todo corazón, a los vencedores. Dios ilumine a las autoridades públicas elegidas para que sean capaces de servir al bien común. ¡Muchos éxitos, señor presidente electo Javier Milei!
Cerramos esta humilde autocrítica con un apotegma que nos ayudará a reflexionar a quienes no votamos a Milei: “Si bien el Pueblo muchas veces no sabe lo que quiere, sí sabe lo que no quiere”.
La democracia ha triunfado. Primero está la Patria.
Horacio E. Poggi