No es un misterio por qué ganó Milei, señor Aleman
Primero: A Milei no lo votó «una mayoría de la población» sino una minoría. El 30% de la primera vuelta fue en realidad un 20% del padrón. Y sumando los votos prestados de macristas, radicales y pejotistas (que sí reflejan la «idiosincrasia argentina»), en el balotaje reunió 14,5 millones de votos sobre casi 36 millones de potenciales votantes.
Es decir, la mayor parte de los argentinos no votó a Milei.
Segundo: No es cierto que el voto a Milei constituya «una subjetividad mutante que no refleja ninguna constante de la argentinidad». Podría decirse, por el contrario, que sí refleja, pero como repudio, algunas de esas «constantes» de los últimos 40 años.
«Democracia», «derechos humanos», «perspectiva de género», «progresismo», etcétera, son palabras escuchadas hasta el cansancio acompañando la degradación sostenida de las condiciones de vida: 20 millones de pobres, cinco millones de indigentes, creciente inseguridad en las calles, marginalidad, inflación desbocada, corrupción obscena en la política profesional…
Lo diré figuradamente: si a una persona la despertás todas las mañanas, durante 40 años, con una patada en el culo y una sinfonía de Mozart, esa persona no terminará amando la patada en el culo sino odiando a Mozart. Digamos que los precios del supermercado son la patada en el culo, y Estela de Carlotto viajando a París para conferenciar sobre «derechos humanos» es la sinfonía de Mozart.
Gran parte del voto a Milei fue un voto anti-régimen liberal partidocrático. Es decir, fue un voto anti-conformista, de protesta. Lo contrario de un voto conservador, como lo fueron el voto a Massa o a Bullrich. Será un voto frustrado y estafado. Hay que salir a buscarlo empatizando con sus motivaciones, en vez de estigmatizarlo como hacen los progresistas con panza llena.
Gustavo Cangiano