Javier Milei, un cachetazo al progresismo

Por Alberto Buela (*)
Especial para Éléments, París.
Acaba de ser electo como nuevo presidente de Argentina un economista de 52 años anarco-liberal sin ningún pasado político. Y fue electo por el 56% de los votos con 12 puntos sobre el candidato del gobierno progresista de corte pseudo peronista.
El cachetazo no lo esperaba nadie y menos el gobierno que gastó, lo que no tenía, en una propaganda exorbitante, atemorizando el pueblo pobre con la posible llegada de Milei al poder. Sin embargo, al votar el 76% de la población, el 56% del voto que lo consagró indica que fue un voto transversal. Esto es un voto de todas las clases o estamentos sociales.
La reacción fue inmediata, los mass media nacionales e internacionales hablaron de entrada de un candidato de extrema derecha. De un fascista liberal y cosas por el estilo. Cuando el presidente electo es un liberal a ultranza que se apoya en tres principios: Estado mínimo, propiedad privada y economía libre.
Triunfó sin ningún aparato político, ganó en 20 de las 24 provincias en que se divide Argentina, pero no tiene ni un solo gobernador provincial, ni intendentes municipales de su partido, lo que muestra que la relación fue directa entre el pueblo suelto, no organizado, y Milei. Esto no se veía desde la elección de Perón en 1946.
El pueblo expresó su hartazgo tanto del pseudo peronismo de los Kirchner que gobernaron en los últimos 16 años, sumado al desastroso gobierno liberal de Macri por 4 años.
Los datos brutos son: Argentina es el octavo espacio geográfico del mundo, que supo estar a comienzo del siglo XX en el segundo o tercer lugar, hoy está en el 178. Con una inflación de 150% anual, una taza de pobreza del 48% y de indigencia del 10%. Con un 18% de desocupados. Con 4 millones de empleados del Estado y solo 6 millones de trabajadores del sector privado. Para colmo de males con una deuda interna y externa impagable en miles de millones de dólares. Un verdadero caos económico, financiero y social.
Milei representa una luz de esperanza de que algo cambie, pero los datos mencionados u otros peores, la vuelven muy limitada.
Su gobierno se juega en los primeros cien días según las medidas que tome, de lo contrario perecerá. Y estas medidas tienen que ser drásticas y valientes, no graduales para que algo cambie y no cambie nada.
Es un profesor universitario con todas la taras que eso supone. Ignorante de los manejos y maniobras “de la casta política”, tal como la denomina, y a la que tiene por principal enemigo. En el campo internacional, lo reiteró hasta el cansancio, va a privilegiar su relación con los Estados Unido y con Israel (recordemos que él es judío de origen pero de religión católica). Postergando, por tener gobiernos progresistas, la relación con España, Italia, Francia y Portugal, que son aquellos que por cultura y economía nos encontramos más vinculados.
Estamos en manos de Milei y no de las instituciones del Estado, corrompidas hasta el tuétano. Si el hombre impone su voluntad en forma segura y permanente, rompiendo la maraña de intereses e impuestos que ahogan a la sociedad civil, puede que la Argentina vuelva en veinte o treinta años a figurar entre las naciones más prósperas del mundo. Riquezas no nos faltan.
Y termino este artículo recordando a un francés ilustre como Alexis de Tocqueville, quien en la Democracia en América afirmó premonitoriamente: “El mejor gobierno para las repúblicas españolas de América es el de un déspota ilustrado”. Si tiene voluntad política inquebrantable Milei da le phisique du rol.
Que saque el lector francés sus propias conclusiones.
(*) Arkegueta, aprendiz constante, mejor que filósofo.