El sueño peronista
En un rapto de escepticismo atroz, alguna vez Ezequiel Martínez Estrada escribió “nos ha engañado el sueño, ya no soñamos más”. El sueño político que pretende irrealidades, defrauda. O si se funda sobre cimientos de arena, se derrumba. Pero si el sueño político es justo, arraigado en deseos y esperanzas del Pueblo, se alcanza, con lucha y militancia. En el lenguaje peronista la palabra utopía nunca prendió. Por lo menos en los sectores mayoritarios. Nos referimos a los trabajadores y sectores medios bajos, a los emprendedores y medianos empresarios. Distinto ha sido en las élites intelectuales y académicas, que gastan neuronas en sesudos artículos y libros que solo ellas leen y que nunca llegan abajo. Porque son especulaciones de arriba. Últimamente, padecemos una invasión teórica de la muchachada politóloga. Desesperación ante la barbarie libertaria. Irrumpe con más imaginación literaria que conocimiento empírico de la situación social. Mareada por ideologías ajenas al Peronismo, consagra un relato imaginario. Utópico. Excluyente. Para consumo de militantes rentados y de una clientela colonizada por efluvios tilingos provenientes de las universidades yanquis. Quienes procedemos de una cultura patria asimilada en la familia, en el barrio, en la escuela, rechazamos esas tropelías progresistas. Y advertimos que, sin sueños, es difícil construir poder alternativo. Nos referimos al poder que ejecuta políticas públicas, democráticas, ascendentes, dignificantes. Es el poder curtido en la memoria de los hitos populares. Que no necesita tergiversar la historia para protagonizar las transformaciones pendientes. Memoria revolucionaria en serio. No para cantar consignas setentistas, sino para inspirar nuevos sueños. Porque la sequía de sueños conspira contra la renovación de cuadros y la elaboración programática superadora. El 9 de agosto de 2015, en el partido de Merlo, se produjo un cambio de época sostenido en un sueño grande. Tuvo un conductor y una militancia que transmitió el mensaje triunfante en un ambiente tenebroso y violento. Hubo resistencia, sí. Pero organizada. La bronca sola es agua de borraja. Hoy, muchos observadores de la realidad nacional consideran que el Partido Justicialista debe sintetizar “la Argentina Grande con que San Martín soñó”. Y que necesita expresarse a través de una conducción estratégica integradora. Como tuvieron y tienen los peronistas de Merlo con Gustavo Menéndez.
Gracias Gustavo Menéndez, el pueblo unido jamás será vencido.
El pueblo unido jamás será vencido.gracias Gustavo Menéndez