La pobreza es un escándalo
La situación de la pobreza en Argentina es motivo de preocupación y debate. De todos modos, un hecho es incontrastable: el ajuste brutal del Gobierno Libertario agravó la situación de los sectores más vulnerables y puso contra las cuerdas a la clase media. El país es una olla a presión, entre la decepción (de quienes votaron a Milei) y la bronca contenida (de los opositores). El Ministerio de Capital Humano redujo la entrega de alimentos a comedores y merenderos. Y lo poco que entrega lo hace con retraso. Ni qué hablar de la provisión de medicamentos oncológicos. La insensibilidad inédita de los libertarios condena a la muerte lenta a miles de compatriotas.
El último relevamiento de la Universidad Católica Argentina (UCA), señala que a comienzos de 2024, el 54,9% de los argentinos se hallaba en situación de pobreza y los indigentes ascendían al 20,3%. Los números gruesos indican que en enero el 60% de la población padece el escándalo de la pobreza.
Estos datos reflejan una realidad alarmante y ponen de manifiesto la necesidad de políticas sociales efectivas para abordar este problema, que ha sido definido –en sentido global- por el papa Francisco como “un escándalo”.
La historia de la pobreza en Argentina ha sido compleja. Durante gran parte del siglo XX, la comunidad nacional se caracterizaba por su nivel de integración y homogeneidad en la estructura social y los mercados laborales. La revolución peronista no fue en vano. Sin embargo, en las últimas décadas, la dinámica política y económica ha generado un escenario diferente. Dos generaciones de personas se han visto afectadas por la desigualdad estructural y carencias crónicas, lo que plantea un durísimo desafío a todo el arco político democrático.
Es fundamental que se implementen políticas inclusivas y sostenibles para abordar esta problemática y mejorar las condiciones de vida del Pueblo. La celebración de San Cayetano, con su histórico reclamo de “Paz, Pan y Trabajo”, nos recuerda la importancia de luchar por una Patria más justa y equitativa, independientemente de la coyuntura política. Aunque poco y nada confiamos en la actual administración oligárquica, esperemos que se tomen medidas efectivas para reducir la pobreza. O la bandera flameará sobre las ruinas de la Patria.