El corazón de las tinieblas

El desenlace de la crisis política e institucional, abierta a partir del denominado “criptogate”, es una incógnita. Esta es una de las tantas incógnitas que atraviesan a la República, apabullada por el régimen libertario. Provoca zozobra que la democracia sea vulnerada por un debate obsceno, carente de rigurosidad conceptual y proclive a cualquier acusación. Las redes cloacales se hacen un festín, como ya lo hicieron acusando a Cristina Kirchner, Alberto Fernández y Mauricio Macri. Una es acusada de corrupción, el otro de ser el peor presidente de la historia y el tercero de haber fugado capitales. La búsqueda de un «like» envalentona hasta al más ignorante y atrevido.
Considerando el tipo de estafa perpetrada, resulta evidente la participación de Milei y su entorno. No hubo ninguna “difusión” inocente del proyecto $Libra, sino una maniobra especulativa y bochornosa. Independientemente de si fueron 5.000 o 44.000 los estafados, mayoritariamente estadounidenses y chinos con pocos argentinos, y de si los “vivos” se alzaron con 80, 100 o 150 millones de dólares, una estafa sigue siendo una estafa. El especialista en sistema e investigador de fraudes priamidales, Maximiliano Firtman, consultado por Horacio Verbitsky, señaló que “será difícil investigar si el Presidente recibió un porcentaje de la operación fraudulenta”. Esta dificultad, debido al carácter enmarañado del delito informático, no exime a Milei de enfrentar denuncias penales y pedidos de juicio político. Tampoco queda exento del descrédito internacional y de ser investigado en los Estados Unidos.
En principio, el mercado lo seguiría protegiendo porque ha cumplido con las exigencias de la timba financiera, aun a costa de desangrar a millones de compatriotas con el plan motosierra. La gran oportunidad del Peronismo de recuperar la mayoría electoral perdida se ha profundizado. Habrá que hilar fino en la crítica y en la propuesta. Al ver grogui al adversario, sería una locura bajar la guardia, porque los boxeadores groguis suelen ganar por nocaut con un golpe al bulto.
Joseph Conrad, en su novela El corazón de las tinieblas, pintó un cuadro descarnado del colonialismo británico en África, donde la corrupción y la crueldad humana quedaron al desnudo. Uno de los personajes centrales, Kurtz, el comerciante de marfil, es hallado en la selva completamente loco y antes de morir exclamó: “¡El horror! ¡El horror!”. Ese fue el final de una obra maestra de la literatura y puede ser el final de un régimen de terror y oprobio que destruye al Pueblo de la Patria.