Scalabrini Ortiz, guía de la Patria
Raúl Scalabrini Ortiz (1898-1959) fue escritor, periodista, investigador histórico, pensador, egregio militante del “realismo nacionalista”. Dejó páginas celebres que mantienen la frescura de la verdad permanente. Supo desbrozar los intersticios de nuestra dependencia económica. Le abrió los ojos a una generación a medida que él mismo se esclarecía. Porque se había ganado un nombre en la literatura de ficción y pertenecía a la cofradía cultural del liberalismo vernáculo. Columnista del diario La Nación. Compañero de ruta de Jorge Luis Borges y de la pléyade ilustrada del Grupo Florida que innovaba la creación literaria desde la revista Martín Fierro. Gozaba de notoriedad y respeto. Su obra El hombre que está solo y espera -considerada la Biblia porteña- le permitió obtener, en 1931, el Primer Premio Municipal. Luego se dedicó de lleno a estudiar las causas que ataban a la Argentina a la coyunda del Imperio Británico y a comprobar “la magnífica sabiduría con que fue organizada la ignorancia del país”. Al igual que Homero Manzi, dejó de ser un hombre de letras para escribir letras para los hombres. No estuvo afiliado a ningún partido político. Era un nacionalista a secas, que penetraba hasta las raíces de nuestra identidad nacional. Enseñaba que por donde pasa el Pueblo está la Nación. Y que en cada momento del derrotero argentino debemos permanecer fieles a la línea histórica liberadora. Descubrirla y servirla. La línea histórica liberadora que él consideraba una continuidad y que arranca con Mariano Moreno en la Revolución de Mayo, adquiere realce con Manuel Dorrego y los caudillos federales, emerge con Hipólito Yrigoyen y retorna triunfante y definitiva con el Coronel Perón el 17 de octubre de 1945. La fidelidad a esa línea histórica que Scalabrini Ortiz supo discernir con maestría y amor a la Patria, deviene en estrella polar para peronistas y no peronistas desorientados. Es cuestión de desempolvar aquella herencia teórica y de ponerla en acto, ya que “no puede haber divorcio alguno entre el pensamiento y la acción”. Coherencia militante. Lealtad doctrinaria. Prohibido bajar las banderas.