Los militantes del odio
El fallecimiento de Jorge Lanata puso blanco sobre negro. Aquello tan remanido de que “los extremos se juntan” adquirió inusitado sadismo en las redes sociales. Quedaron unidos (¿o atrapados?) los extremistas libertarios con sus pares kirchneristas. Ambas sectas celebraron la muerte del periodista. Sin embanderarnos ni con unos ni con otros, tampoco sin ampararnos en las carpas de Corea del Centro, lamentamos la partida de un profesional polémico pero eficaz en su objetivo comunicacional. Un periodista autodidacta, que se formó en la calle, en las redacciones, con mucha lectura y amor incondicional al mejor oficio del mundo, como llamó Gabriel García Márquez al periodismo. Lanata fue un señor periodista. Que haya cambiado de opinión en algún tramo de su vida, no desmerece su talento. ¿Acaso los extremistas K olvidaron los virajes de Víctor Hugo Morales, Pablo Duggan, Horacio Verbitsky, Gustavo Sylvestre…? Hoy por hoy, se empachan de Página/12, que fue creado por Lanata y comprado por un sindicalista empresario del palo, alguien que en los 60 habría sido acusado de burócrata sindical, con suerte… Que el lenguaraz devenido libertario y apologista del dictador Videla, nos referimos a Nicolás Márquez, haya celebrado también la muerte de Lanata, acusándolo cobardemente de ensobrado, describe un espectáculo de decadencia moral y cultural que debería ponernos en estado de alerta. Queda claro que la democracia está en peligro, tanto por el régimen libertario como por los fanáticos kirchneristas. Digamos todo. Descansa en paz, Jorge Lanata.