Caseros o Cancha Rayada

Amateurismo legislativo, ignorancia política, soberbia y mesianismo. El cóctel explosivo del Gobierno Libertario que ha puesto a la Democracia al borde del precipicio. El presidente Milei se hunde solo y somete a riesgo la gobernabilidad porque se maneja con arbitrariedad y un desconocimiento garrafal de la administración pública. Gobernar es escuchar. ¿Qué hace? Prefiere encerrarse en su caverna ideológica. Esgrime un relato anticuado y confunde a la Libertad con la lámpara de Aladino. Tampoco asume ningún error. Por el contrario, el culpable es el otro. Quien defiende a sus representados, recibe el mote de “extorsionador” o “traidor”. Les falta el respeto a los gobernadores, a los legisladores, a los sindicalistas. El tratamiento escandaloso de la ley ómnibus –bautizada “Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos”– terminó siendo el muro de los lamentos oficialistas. Fueron rechazadas las facultades extraordinarias y la voracidad privatizadora. Límites racionales de raigambre constitucional. ¿Todo vuelve a foja cero? Lectura superficial. Hubo una derrota que hace crujir el piso de la Casa Rosada. Celebra la oposición intransigente. Y la dialoguista, también. Pero la señal negativa al mundo financiero y empresario podría traducirse en un cimbronazo alcista de los distintos tipos de dólar. Con su correlato inflacionario. ¿Golpe de mercado? ¿Madura el nocaut? Queda por dilucidar el alcance del fracaso libertario en la Cámara de Diputados. Tal vez adquiera la trascendencia de Caseros o del retroceso táctico de Cancha Rayada. Caseros sepultó una etapa dictatorial e inauguró la organización nacional definitiva de la Patria. En tanto, Cancha Rayada tuvo en Las Heras al salvador de futuras victorias. Dos ejemplos históricos irrepetibles que pueden ayudarnos a comprender la complejidad del presente.