Los miserables
Séneca advierte que “no es miserable el que nada posee, sino el que pretende más de lo que tiene”. Podemos añadir: “también es miserable el que pretende ser más de lo que es”. El que quiere más de lo que tiene hace cualquier cosa –ilegal- por obtenerlo. El que busca trepar –sin merecerlo- les pisa la cabeza a sus compañeros. Cuantas veces vemos -o padecemos- la intriga envidiosa, el golpe bajo, la maniobra artera. La antipolítica aprovecha estos pliegues de la mala política, mejor dicho, de los malos políticos. Por esos pliegues se filtran los ataques, las generalizaciones, para que los mentecatos crean y viralicen cuanta infamia ande dando vueltas. ¿Es válido llamar “políticos” a los zánganos rastreros de cabotaje? En algún momento, líderes nacionales, provinciales y municipales –de todos los partidos- tendrán que separar el trigo de la cizaña. Alguien dijo alguna vez que “al pigmeo no le conviene que nadie crezca”. Premonitorio. Percibimos actitudes miserables todos los días. El puntero extraviado que vende falsas influencias. La Televisión Pública que ningunea a la oposición durante la Asamblea Legislativa. El presidente Milei que denigra al Congreso por un 30% de aumento de las dietas de senadores y diputados, luego de haberle aumentado un 48% el sueldo a todo su gabinete, inclusive el suyo. Ah, pero la culpa es de Cristina, de Mongo Aurelio, de los marcianos. Los libertarios se equivocaron de salariazo… No se les cae “la casta” de la boca. Tampoco la cara de vergüenza. Si el problema argentino es moral, según suele denunciar Milei, que comience a dar el ejemplo. Porque “las instituciones, como el pescado, se pudren por la cabeza”. Siempre Perón.