Los chantas

El Diccionario de Americanismos de la Real Academia Española ofrece varias acepciones del término «chanta». Para los fines de este artículo, nos remitimos a las tres siguientes: 1) Persona que destaca sus propias virtudes o presume de algo que no posee o posee en bajo grado. 2) Persona que suele engañar o estafar a otras, muchas veces fingiendo poseer influencias que no tiene. 3) Persona irresponsable y poco seria. Los lectores sabrán elegir cuál es la acepción más acorde al tema que abordamos a continuación.
Se escribe y dice cualquier cosa acerca del Peronismo. Por desconocimiento, falencia metodológica y mala fe. En una breve reflexión, jamás se zanjaría la disputa ideológica ni se lograría un acercamiento a una conceptualización definitiva. Mientras existan mentes fantasiosas y la ciencia política continúe deslizándose hacia la decadencia, esclavizada por la dureza de los números, enfrentaremos esta situación que subleva por falta de lógica y sentido común.
El Peronismo fue y es una realidad política. Sus obras se contaron por miles y dejó grabada una imagen de ampliación de derechos y de ascenso social imbatible. Por tanto, cualquier intento por negar esa realidad constatable se da de bruces contra cualquier reflexión racional. De todos modos, el antiperonismo cultural insiste con libelos infamantes. A nadie escapa que el primer Peronismo cometió errores, pero los errores evidentes no invalidan las realizaciones y conquistas sociales que transformaron la Patria. Sobre esos aciertos se ha cimentado un movimiento nacional tumultuoso y electoralmente redituable a distintos sectores que pertenecen al Peronismo y que han ocupado la Presidencia de la Nación.
Las investigaciones publicadas en años recientes, a partir de la apertura de archivos secretos que ahora pueden ser consultados, aportan lo que ya se sabía: que hubo persecución, cárcel, listas negras, torturas y violencia contra opositores comunistas y de otros partidos. Esto de ninguna manera ha sido revalidado ni reivindicado por las generaciones posteriores. Los gestos del último Perón buscaron una síntesis reconciliadora y nada tuvo que ver su regreso en 1973 con el regreso de las metodologías deleznables de 18 años atrás.
La tesis de que el Peronismo ha sido un invento de la propaganda que en su momento manejó Raúl Apold, que Evita fue un producto de esa propaganda, y que Perón utilizaba los recursos estatales para la promoción y consolidación de su liderazgo, si no hubiera tenido una encarnadura concreta, su perdurabilidad habría sido la luz de un fósforo. A Perón y al Peronismo no los inventó ninguna propaganda. Habrá habido excentricidades y desmesuras, pero ello de ninguna manera puede desconocer que la mayoría del pueblo argentino abrazó al Peronismo por el Estado de Bienestar alcanzado y no por superchería. La subestimación del Pueblo continúa haciendo escuela en la academia liberal y progresista, en la runfla mediática ensobrada y en sectores cooptados por la ideología de género. Tanta imaginación de los antiperonistas enternece.